martes, 14 de febrero de 2012

una boca, dos orejas


Si Dios nos ha dado una boca y dos orejas... ¿será para que escuchemos el doble de lo que hablamos? Cuántas veces he escuchado esta expresión... cuántas veces la he pronunciado y cuántas me la he aplicado a mí mismo...

El caso es que llevo dos días escuchando sin poder hablar a quien habla sin querer escuchar. Bonita paradoja... 

Me invita a pensar en las actitudes normales como profesor en el aula. Hablar sin querer escuchar... escuchar pero sin dejar hablar...

Cuánto talento desperdiciado por no saber aprovecharlo, por no escuchar más de lo que se habla, por no dejar libertad para la expresión... Así será más difícil, mucho más difícil, entender a quien tengo delante, conocer (e intentar satisfacer) sus expectativas, poder ponerme en su lugar, canalizar la inteligencia colectiva... vamos... lo realmente importante del acto educativo.

Pequeña reflexión... mucho de hablar y poco de escuchar... Créanme... nace de dos días de escuchar y escuchar, escuchar y escuchar, escuchar y escuchar, escuchar y escuchar...


1 comentario:

  1. Buena (y necesaria) reflexión. Trabajo habitualmente sensibilizando sobre la importancia de la escucha activa y de la comunicación empática y es sorprendente ver lo flojos que, en general, estamos en estas competencias. Para optimizar nuestras relaciones humanas, es crítico tomar conciencia sobre ello y aún más esencial obrar en consecuencia.
    !Saludos, Diego!

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